Mis ganas de verte y adentrarme en tu personalidad son inmensamente proporcionales a las gracias que te doy por regalarme un poco de tus palabras y genialidades inherentes a ti, esas que han alejado mi mente de una rutina silenciosa e invasiva. Casualmente el sol brilla, pero en la noche, anhelo conversaciones que no han existido, el sonido de tu voz que no he disfrutado y una necesidad incomprensible de hacerte sonreír.