Me duele un poco aceptar que te perdí.
Aceptar que ya no eres la misma conmigo que debo adaptarme.
Quizás es otra lección que debo aprender (otra más) y que la vida la tomó en venganza por hacerte llorar. Hoy siento eso y pesa mucho.
Hoy estamos viviendo en el pasado, donde no figuraba para nada en tu día a día.
Hoy tengo más cosas tuyas de las cuales ha sido demasiado difícil desprenderse.
A diario pienso en ti y recuerdo tus atenciones, cariños y abrazos.
Hoy extraño eso a pesar de que al principio no lo aproveché al máximo, lo admito.
Esta noche llego a esta casa vacía, vacío y con un frío interno y las ausentes ganas de hacer algo, inventar, de ser yo. De aparentar ser yo.
¿No lo notas?
Estoy cansado de fingir y pretender ser yo cuando no quiero.
No me siento.