sábado, marzo 19, 2005

La lluvia del cinco

Llega en grueso hilos, la primera lluvia del cinco.
De todas maneras me ignoró.
Si tan sólo hiciera crecer la cosecha...o los perdones. Pero no.
Está contaminada por fatigas; por la memoria de otros, expuestas en muros, por estar regando otros jardines.
Ella espera una música viuda y el último cantar de las penumbras.

Primera lluvia del cinco y sigue virgen.
No he interrumpido su paso en el desierto.
Cae torrencial con bárbara razón;
Moja a niños y a la tierra,
a todas las sonrisas falsas sin exclusión.

Es otra lluvia más de un cinco...
Pero mientras duerme en la sequía, los campos florecen dulcemente,
como palomas y las anarquías cuando falta.
¿Dónde estaremos los que estamos cuando la lluvia cese?