Llega en grueso hilos, la primera lluvia del cinco.
De todas maneras me ignoró.
Si tan sólo hiciera crecer la cosecha...o los perdones. Pero no.
Está contaminada por fatigas; por la memoria de otros, expuestas en muros, por estar regando otros jardines.
Ella espera una música viuda y el último cantar de las penumbras.
Primera lluvia del cinco y sigue virgen.
No he interrumpido su paso en el desierto.
Cae torrencial con bárbara razón;
Moja a niños y a la tierra,
a todas las sonrisas falsas sin exclusión.
Es otra lluvia más de un cinco...
Pero mientras duerme en la sequía, los campos florecen dulcemente,
como palomas y las anarquías cuando falta.
¿Dónde estaremos los que estamos cuando la lluvia cese?